Son preguntas como: ¿Qué hay para comer?, ¿Cuánto me quieres?, ¿Cómo te llamas? o las más serias, las que estropean las licuadoras mentales de cualquier ser ligeramente humano: ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? y ¿para qué estamos aquí?.
He llegado a la conclusión, después de quedarme sin batería más de dos veces y media y de haber tenido que recargarme a base de lágrimas, comida, sueños y pesadillas, que la única respuesta que vale para todas aquellas preguntas es:
y qué más da.
Pues eso, y qué más da, ir que venir, entrar que salir, o no haber estado nunca. Lo importante es que, almenos una vez, fuiste, y por tanto, siempre acabarás siendo, pase lo que pase.