martes, 3 de marzo de 2009

Quejas desordenadas


Odio las personas que no son personas, que juegan con la dignidad de los demás, especialmente con aquellos más débiles. Borraría del mundo la explotación infantil, los trabajadores desilusionados por su oficio y la gente que tiene la manía de escupir.
Aquel que usa la violencia contra otra persona, para mí podría quedarse en su casa clavándose mil agujas.
Sobre todo, anularía aquellas personas que aún siendo las más infelices del mundo y por lo tanto, conociendo el dolor que se siente al no ser feliz, les sobra tiempo para intentar amargar la vida de aquellos que sí disfrutan de la vida. Yo, si algo tengo claro, es que SÍ QUIERO pasar el resto de mi vida con la alegría cogida del brazo.
Pero, por encima de todo, odio la muerte, porque desgraciadamente es necesaria para darse cuenta de lo efímero que es todo, de las oportunidades perdidas, de las sonrisas acumuladas, de que los momentos son únicos porque son irrepetibles. Nunca, nunca, se puede repetir una misma sensación de entusiasmo y felicidad repitiendo la misma acción, porque sólo hay un factor sorpresa para cada circunstancia, luego, desaparece.
Entonces:
Pregunta: ¿Sólo se vive una vez?

Respuesta:No creo, prefiero pensar que revivimos gracias a cada uno de estos momentos, para poder afirmar que, en realidad,
vivimos infinitas veces.



(Imagen: Nuda Veritas, Klimt)