miércoles, 10 de diciembre de 2008

Sigo buscando en el baúl (III parte)


(En la ventana, Dalí)

SASKIA Y EL MUNDO DE ARASBRINO

(fragmento)

Saskia apenas sonríe, pero cuando decide hacerlo, los bordes de su dulce boca parecen explotar y querer rozar los límites de su rostro, queriendo llegar hasta las orejas para mostrar una sonrisa risueña y a la vez algo diabólica por el ímpetu con el que la crea.

Nunca desayuna pues siempre se tiene que vestir corriendo porque su abuela le grita sin piedad que se despierte y corra a por unos troncos que calienten las paredes de esa fría casa. Pero esa mañana ella no estaba y decide, cubierta hasta las orejas con un suave mantón marrón y con algún que otro agujero, comer algo.

Así abre los cajones donde su abuela no guarda sus pócimas y coge un poco de pan y un poco de queso tierno.

¡Cuidado! – se oye cuando cierra el cajón.

Saskia se sorprende, si no había abierto el cajón de las pócimas, no sabe qué ha podido ocurrir. Decide volver a abrir el cajón y mientras las migas de pan caen en su interior ve un extraño bichito pequeñito y de colores opacos.

Está tirando unos dados junto con otros bichos igual o más feos que él y con una sonrisa entreabierta le dice a la muchacha…

-¿Apuestas?

Saskia se para unos segundos, piensa que no tiene nada ahorrado pues hace poco tuvo que darle unas monedas al cura del pueblo.

-No, lo siento, no llevo suelto. ¿Puede ser otra cosa?

Esa cosilla de misceláneos colores empieza a reírse y dice…

-No hace falta, podemos apostar encantamientos. Si tú ganas, podrás echarme cualquiera de las pócimas de tu abuela y convertirme en lo que quieras…si gano yo, haré lo mismo.

Saskia, a pesar del sueño, accede y de manera inmediata se empequeñece convirtiéndose en un bicho opaco más. Con una facilidad sorprendente pierde, ha sacado un 2 y los demás bichos repugnantes un 3, un 4, otro 3 y el parlanchín un perfecto 6.

Implora una revancha pero queda totalmente ignorada y sus palabras son sólo un murmullo mientras las carcajadas retumban por todo el cajón, haciendo saltar las migas de pan que ahora parecen grandes rocas de mármol.

El gusanito no para de reír y retorciéndose en el suelo le pregunta a la muchacha en qué prefiere convertirse, si en un elefante con largas calzas o un conejo con guantes de invierno.

Saskia se agarra a una miga de pan y empieza a llorar desconsoladamente, pensando que el gusano no será tan rastrero…

martes, 2 de diciembre de 2008

Buscando en el baúl de los recuerdos ( II Parte)

Biblis, de Bouguereau

Cuando los calendarios marcaban el 2004, en un arrebato barroco, escribí:

"La droga obsesiva de los inquietos jóvenes perturban
voces ajenas por su alegria querer desgastar
y su felicidad arrebatar.
Donde la muerte no es un triste final,
¿vivir sirve sin amar?
Querer conseguir un triunfo no sentido
es la oportunidad perder.
No hay alivio para un dolor enmascarado."

Hay que ver, cuánto desorden, no sé en qué estaría yo pensando.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Manao tupapau

Gauguin, El espíritu de los muertos vela, "Manao tupapau" si eres tahitiano

Gauguin tuvo una vida rara, emocionante como todo lo raro.
Un buen día harto de la sucia sociedad en la que se veía inmerso, decidió irse a Tahití a buscar una niña empezando a ser mujer, para pervertirla a su merced. He aquí, en el cuadro, su mujer aniñada.

Y su pequeña mujer, que no era tan niña, por las noches creía que los espíritus de los muertos entraban por la ventana. Una noche, se la encontró durmiendo y temblando de miedo, creyendo que estaba rodeada de espíritus. Y es por eso, que pintó este cuadro.
Conclusión: las pesadillas son universales, como el amor maternofilial o la codícia. Y toda sociedad, por muy sucia que sea, incluso el individuo más mínimo de la sociedad, las incluye en sus registros, concretamente en la carpeta de "principios, mezclados con inmoralidades y otros desquicios mentales".