miércoles, 22 de abril de 2009

Salam Malecum

La Gran Vía y la gente que revuelve. El mar y las olas, el salitre en la espalda, las velas a punto de apagarse, el contador de la gasolina en reserva. Los días que pasan sin pasar, las llamadas perdidas sin sentido. Tú.
Más o menos como las palabras del diccionario ficticio que nadie se digna a pronunciar.
¿Sentirán?, ¿sentirás?

El brillo de unos ojos cerrados, un café descafeinado con leche y mucho azúcar, unos labios cortados y un protector solar pastoso. Un zumo de tomate, un gazpacho embotellado.
Los pulmones intimidados por los cigarros, los cigarros intimidados por los mecheros, intimidados por las cerillas,por un arbusto que ya no sabe de qué va la historia.
Las contradiciones puestas en orden esperando ser fusiladas, la falta de oxígeno.
Los fogones que dejé encendidos y las luces que dejé apagadas. Tú.

(No tiene sentido, lo sé, para variar...)